Roma y Sevilla se unieron en una boda única.
Arianna y Tomás contactaron con Titila poco después de ser lanzada la marca al mercado, compenetrando esfuerzos en generar una confianza mutua que no precisó demasiado esfuerzo ya que la simbiosis perfecta nació desde la primera toma de contacto.
Arianna es italiana, Tomás Sevillano. Viven en Roma. Estaba claro que el evento debía denotar carácter jovial, fresco, animado y muy divertido. Transmitir la esencia caracterial de unos novios en la identidad de su evento es una de las premisas que Titila trata de respetar siempre.
Eligieron volver a la ciudad natal de Tomás para celebrar su boda y así fue como comenzó a fraguarse el diseño de ese enfoque “wow” que la novia resaltaba y demandaba a cada momento. Y es que para ella, generar momentos de muchas risas y desconexión era clave y prioritario.
Para lograr esa expectativa, Titila se concentró en ofrecer una boda muy secuenciada en la que el clasicismo de una ceremonia cuidada se combinó con notas de color logrando fusionar estilos en un sólido y único lenguaje.
Y es que no faltó la abundancia de música en vivo así como los shows que permitieron conectar invitados y novios en un contexto de fluida diversión.
La paleta cromática elegida para este día fue en tonos pastel, diluida por la cándida luz de las velas. El entorno de la cena se potenció con guirnaldas de bombillas de luz cálida que sesgaba la noche recordándonos los entornos de fiestas populares y entonando el mood de celebración que tanto deseaban los novios ofrecer a sus invitados.
El lugar escogido, en un encuadre campestre que recuerda la Toscana no fue escogido por casualidad. Y es que para Arianna era la manera perfecta de acercar ambos países, regiones y culturas que tanto se identifican con la nacionalidad de sus protagonistas. Todo un acierto!
Entre risas, felicitaciones, bailes y brindis, los novios se fundieron en la alegría proporcionada por el éxito de su evento.
Un día memorable que Titila siempre recordará.